El viernes pasado, en mi participación semanal en el programa “A media sesión” de Radio Intereconomía, me preguntaron sobre los cambios de cartera que habíamos recomendado durante estas semanas. A raíz de la respuesta, he recibido algunas consultas que requieren una explicación más profunda.
Escuela de Acciones presta el servicio de asesoramiento genérico no individualizado a Merisa Patrimonios, además de ceder contenidos de formación en exclusiva y de forma gratuita para sus clientes.
Pero la relación que mantenemos con esa entidad es tan cercana y estrecha, por afinidad y amistad personal con su máximo responsable Amador Barbado, así como con todo su equipo de colaboradores, entre los que se encuentra mi hijo Pablo, que me permite tener un conocimiento bastante aproximado de los instrumentos de inversión y porcentajes de distribución en cada segmento de renta fija, variable o inversiones alternativas en las carteras de cada cliente. Incluso muchos de los clientes actuales de Merisa Patrimonios en algún momento han sido alumnos de los programas de formación en los que he participado en el pasado.
Con carácter general en Escuela de Acciones hemos defendido que, salvo en situaciones muy singulares y en los casos en los que se quiere incorporar en cartera algo muy concreto, como pueden ser las acciones de una empresa o una emisión de deuda en particular, somos partidarios de realizar las inversiones a través de fondos de inversión. Eso nos ayuda a diversificar dentro de un mismo tipo de inversión y nos evita tener que ser excesivamente precisos en cuanto al momento y el precio de la inversión.
Las carteras de los clientes de Merisa ya contaban con una distribución de inversiones excelente antes de que desataran las caídas del mes de marzo en renta variable y las de renta fija a principios de abril. El impacto de los descensos en renta variable fue inferior en las carteras y en renta fija se consiguió consolidar la mayor parte de los beneficios acumulados antes de que se desplomaran esa clase de activos en los primeros días de abril. El reparto entre las clases y tipos de activos de los clientes de Merisa están adaptadas a las características, necesidades posibles en diferentes plazos y a las circunstancias personales de cada cliente. Por ese motivo, cabía la posibilidad de dejar las carteras tal y como estaban.
Sin embargo, la aparición de uno de esos acontecimientos que se presentan por sorpresa y que no estaban en la lista de posibles sucesos a los que atender, como fue la paralización de la actividad económica simultánea y de gran calado para muchos sectores y zonas geográficas, aportó tres premisas que no se debían pasar por alto:
- Los recortes habían afectado casi por igual a activos que no se debían ver afectados por esta crisis o que incluso se verían beneficiados por la situación.
- La recuperación no sería simétrica, sino que sería diferente en cuanto a dimensión económica y temporal en cada uno de los segmentos afectados.
- Si a continuación, o tras un rebote más o menos prolongado, se produjera una segunda fase de caídas sería más selectiva que la observada durante las tres primeras semanas de marzo.
Por esos motivos la recomendación fue trasladar las inversiones desde fondos generalistas, como los que tuvieran referencia en índices globales o aquellos con repartos equitativos entre temáticas o sectores, hacia otros que fuesen específicos de las áreas de inversión que mayor seguridad y rapidez nos ofreciesen en la recuperación.
Temáticas como la salud, seguridad digital, consumo básico o educación -con sus servicios asociados-, tomaron más importancia que el transporte, la agricultura o el turismo. Países menos endeudados y con mayor capacidad industrial o de recursos, frente a los más endeudados y dependientes del sector terciario de la economía. Emisores de deuda más solventes, en vez de otros con mayores problemas de subsistencia. Son algunos ejemplos de los cambios genéricos propuestos.
Además, se orientó la selección de gestores y fondos hacia aquellos que habían demostrado mayor flexibilidad y capacidad de adaptación, reflejada en una ventaja sostenible sobre sus índices de referencia. Y no solo en cuanto a la habilidad en los cambios en la cartera dentro del fondo, sino en la facilidad para aumentar o disminuir la exposición del fondo ante picos desmesurados en la evolución de las acciones, para explicarlo mejor: que tuvieran las mínimas limitaciones en cuanto a la cantidad de dinero sin invertir.
Gestoras independientes mejor que las de grupos bancarios, porque los resultados de las primeras son mejores y más baratos que los de las segundas quienes, por cierto, los bancos, son los que más dinero captan de los ahorradores.
Un mes y medio después, el conjunto de decisiones propuestas en comparación con la composición previa de las carteras, nos demuestra que hay cambios que no necesitan de estudios con mucho detalle sino de bastante sensatez. El resultado está siendo muy positivo. Por supuesto que podría haber sido mejor y trabajaremos para que lo sea en el futuro, pero ha sido bueno actuar y no permanecer bloqueados en estado de conmoción.
Se darán nuevas situaciones en el futuro y esperamos contar con la misma confianza que la percibida en los peores momentos. Creo que para eso está el asesoramiento, no para ponerse medallas e inundar con verborrea innecesaria los momentos de calma y bonanza, sino para tranquilizar, explicar y proponer soluciones en las situaciones más tensas.
Parafraseando una cita: “Sed fuertes, aguantad. Hacemos lo que podemos”. Nosotros sí estaremos ahí cuando llegue el momento.
Un fuerte abrazo.
Jorge Del Canto.
Director de Escuela de Acciones y asesor del fondo Esfera III España Opción Activa.