Articulos de formación y noticias de bolsa

Lo peor no ha pasado

No creo que hayamos visto “lo peor” en esta etapa de fuertes descensos y aumento de la volatilidad. Tampoco en la propagación de la gripe provocada por el llamado coronavirus o Covid-19, ni en la alarma que se alimenta desde los medios y se instala en la población y menos aún en la respuesta de los gobiernos para tratar de evitar lo inevitable: el contagio de cientos de miles de personas.

No se escucha a los investigadores, profesionales y expertos en este tipo de enfermedades cuando informan de que su gravedad no es distinta a una gripe convencional. Los datos avalan a los científicos. Los grupos de riesgo, en los que aparecen los casos graves, son los habituales en otras gripes.

A lo que se presta atención es a las disposiciones que adoptan los gobiernos de países con nuevos casos confirmados, tan extraordinarias que no tienen precedentes. La población no entendería que, ante los contagios en poblaciones de sus ciudades, regiones o países, no se adoptaran medidas similares o aún más severas.

Adecuadas o no, lo real es que las restricciones están aquí y se mantendrán mientras estén en vigor. Igual que las consecuencias económicas a causa de esas medidas, que es lo que me interesa tratar en este artículo.

No me atrevo a dar un orden de las cosas. Estoy casi seguro de que las agencias calificadoras de la calidad de la deuda de los países pondrán bajo revisión a emisores como China y otros asiáticos, puede que también la de algún país europeo convaleciente en su incipiente y deseada recuperación económica. Habrá caídas en la valoración de la deuda soberana y también en la de las empresas que más pueden sufrir en su cuenta de resultados.

Manifestaciones primero y acciones contundentes después, por parte de los bancos centrales y otros organismos con capacidad para influir o inyectar más dinero (y deuda). Oiremos frases como aquel “haremos lo que sea necesario y, créanme, será suficiente” de Mario Draghi en julio de 2012.

El impacto económico se verá reflejado en el consumo, en la producción y, en general, en la evolución de la economía a nivel global. La reacción en los mercados financieros, tanto de renta variable como de renta fija, divisas o materias primas, seguramente magnifique la verdadera magnitud de los datos, tanto los malos como los anuncios de los buenos. Es una condición humana que cuando las cosas van mal se vean peor de lo que están y, viceversa, mejor de lo que son cuando las cosas van bien.

Creo que antes o después asistiremos a un episodio de verdadero pánico en los mercados financieros, de divisas. De esos en los que solo el hueco de las cotizaciones de los activos al inicio de la sesión pondrá los pelos de punta, como preludio de una caída mayor y el temor más atroz se apodere de quienes no apreciarán la oportunidad que representa la exageración.

Es ahí donde hay que mantener la cordura y, si puede ser, la cartera preparada. Es ahí donde un gestor o su asesor demuestre la frialdad y experiencia que le hace acreedor y merecedor de sus honorarios y no se deje arrastrar por los mensajes del fin del mundo.

Creo que hasta las primeras proclamaciones de las intenciones de los bancos centrales de que no se les vaya el tinglado por el retrete del pánico, probablemente el miércoles o jueves de esta primera semana del mes de marzo del año 2020 de nuestro Señor, al que todos se encomendarán en algún momento, los mercados estarán huérfanos de protección.

Cuidado con creerse que el primer rebote le lleve a imaginarse el cielo, ante la primera manifestación y respuesta de los agentes económicos. Del pánico no se suele salir solo con las palabras. Si se han perdido una oportunidad no corran detrás de ella, es fácil que se ponga de nuevo a tiro.

Para concluir le pego una cita de José Antonio Fernández Hódar, publicada en febrero de 2016 en el diario Expansión. Me gustó tanto que aún me corroe la envidia por no haber sido su autor. Viene al pelo y dice así:

“Las Bolsas no son como el Titanic, que se hundió y adiós muy buenas. Si me permiten el símil, las bolsas son como los submarinos, se sumergen y vuelven a emerger, y sólo se ahogan los que abren la escotilla e intentan abandonar la nave cuando está en inmersión.”

“El Ibex no se hunde, se sumerge”

Tome nota, aguante y sea paciente.

Jorge Del Canto.

Director de Escuela de Acciones.

Asesor principal del fondo Esfera III España Opción Activa.